Tenemos una historia
que contarte…
We have a story to
tell...
(Please read this story
below the Spanish version)
Las Servilletas de la
Gratitud
La Cafetería de Frank
fue una vez un negocio próspero y lleno de energía, el lugar favorito para los
lugareños y turistas por igual en el pintoresco pueblo de York Beach Maine en
Nueva Inglaterra. Pero cuando la economía se paralizó, Frank encontró más y más
difícil mantenerse y sonreír.
Un día, Frank alcanzó
a ver en el espejo de la pared de la cafetería a un viejo gruñón, con el ceño
fruncido y con las líneas de expresión hundidas profundamente en las esquinas
de la boca. No reconoció al hombre como a sí mismo. Mirando alrededor de su
cafetería desolada, él sabía que no era sólo la economía la que había alejado a
sus clientes - era su actitud pesimista ante la vida. Frank había tratado de
mantener el optimismo, pero parecía que los golpes seguían llegando, como los
vientos gélidos del noreste golpean la costa. A menudo se preguntaba qué era lo
que había que buscar cada día.
Sus ojos se
encontraron con una mesa en la esquina trasera del restaurante donde una frágil
anciana desayunaba con una jovencita universitaria. La señora Sheridan y su
asistente Michelle habían desayunado ahí todos los días durante un par de años.
Frank asentía y forzaba una sonrisa cuando entraban por la puerta cada día.
Eran sus mejores clientes después de todo. La señora Sheridan terminaba cada
comida garabateando algo en una
servilleta y la colocaba en su bolsa con una sonrisa de satisfacción.
Un día soleado de
otoño, aunque había un paisaje impresionante de Nueva Inglaterra que podía verse
a través de las ventanas de la cafetería, Frank no era consciente de la belleza
que lo rodeaba. Estaba agachado bajo el
mostrador, quejándose de cómo el lavavajillas siempre dejaba manchas en las
tazas de café. Una suave voz interrumpió su enojo.
"Frank, me pregunto si podría hablar con
usted."
Frank casi se golpeó
la cabeza en la caja registradora cuando se puso de pie, mirando a la señora
Sheridan, sorprendido. Michelle se aferró a la señora, apoyándola. Todo lo que Frank
pudo hacer fue asentir amablemente.
"Quería hablar con usted acerca de estos
..."
Ella levantó su brazo
tembloroso, apuntando hacia las líneas de expresión en el rostro de Frank.
Abrió la boca para
decir algo, explicar, defenderse... pero
se dio cuenta que no tenía nada que decir, así que la señora Sheridan continuó.
"Joven, aprendí hace mucho tiempo que la vida no siempre va por donde queremos.
Créame, tengo más de 90 años en los que he acumulado una gran carga de
angustias y desafíos que fácilmente podría llevar a todas partes conmigo como
equipaje. En su lugar, opté por llevar estas conmigo”.
Metió la mano en su
bolso y sacó una pila de las servilletas que Frank la había visto garabatear
todos los días. Ella había escrito cosas como: las hojas de otoño, la bondad de
Michelle, las conchas de la playa, el hermoso amanecer de hoy, otro delicioso
desayuno en la cafetería de Frank.
"Frank me gustaría desafiarlo a hacer lo
mismo, para que deje de cargar a todas partes sus luchas y comience a tener una
actitud de gratitud en su lugar."
Después de que la
señora Sheridan le asignó su “tarea
diaria", Frank no tuvo corazón para rechazar su petición.
Al principio lo hizo
para complacerla. Mientras ella lo miraba desde su mesa todos los días, Frank
obedientemente tomaba una servilleta de un dispensador en el mostrador,
garabateaba algo por lo que estaba agradecido y lo ponía en el bolsillo. El
proceso fue mecánico al principio, sin sentido, en lugar de hacerlo con
atención. Pero cada vez la señora Sheridan le sonreía, sin decir una palabra,
animándolo a continuar.
Frank casi ni notó
cuando las cosas empezaron a cambiar, cuando las palabras de agradecimiento que
anotaba en la servilleta cada mañana comenzaron a hundirse en su obstinado y grueso
cráneo. La actitud de gratitud que había adoptado inadvertidamente a través de
la pura rutina, comenzó a significar realmente algo. Fue entonces cuando la
vida de Frank comenzó a cambiar...
A poco más de un mes
de su tarea diaria de gratitud, Frank tuvo una vez más una visión de sí mismo
en el espejo de la cafetería. El reflejo
en el espejo era un hombre alegre, brillante, a quien no había visto desde hace
años. Este hombre esperaba cada nuevo día con esperanza y entusiasmo.
Sin dejar de sonreír
casi sin control al darse cuenta de cuánto había cambiado su vida, Frank examinó
su ahora animado negocio. Los lugareños, el personal y los turistas alegremente
disfrutaban el espacio revitalizado. A pesar de que Frank no había hecho
ninguna remodelación física, la cafetería de alguna manera parecía más
brillante para él. Sus ojos se dirigieron automáticamente a la esquina, para
compartir el momento con la señora Sheridan. Sin embargo, por primera vez en
algunos días, la mesa estaba vacía. El corazón de Frank se hundió...
Un par de días más
tarde, Michelle llegó y colocó una caja sobre el mostrador delante de Frank con
una sonrisa solemne, las lágrimas brillaban en los ojos de la joven.
"Mrs. Sheridan quería que tuviera esto”.
Mirando al suelo para
que no pudiera ver sus ojos llenos de lágrimas, Frank simplemente asintió con
aprecio. Sintió una abrumadora oleada de gratitud en él de que una dama tan
especial hubiera entrado en su vida, y precisamente cuando más lo necesitaba.
Cuando las hojas de
la primavera estaban floreciendo, la Cafetería de Frank era más popular que
nunca en York Beach. Había una nueva característica en particular que era un
gran atractivo para los clientes. Cuando un cliente cogía una servilleta de un
dispensador, también recibía un mensaje de gratitud impreso en ella. Cada
mensaje era alguna de las palabras de la colección de la señora Sheridan, junto
con algunos otros del escondite personal de Frank. Debajo del mensaje estaba la
pregunta - "¿De qué estás agradecido
hoy?" Con una línea en blanco
debajo. Frank podría ver desde el mostrador que los clientes de todas las
edades y de todos los ámbitos de la vida con entusiasmo garabateaban sus
respuestas en sus servilletas, y casi siempre con una sonrisa. La actitud
inquebrantable de gratitud de la señora Sheridan, al parecer, había
transformado no sólo su propia vida, sino la vida de los que le rodeaban
también.
¿Qué medidas tomarás TÚ hoy y todos los días
para adoptar una actitud de gratitud en tu vida? ¿Va a tomar la decisión de
centrarte en tus cargas o en tus bendiciones? Es tan fácil sentirnos defraudados cuando nos centramos en lo que nos
falta. Pero cuando practicamos la gratitud como un hábito diario, la vida tiene
una manera de transformarse positivamente a nuestro alrededor. Ya sea que
utilices algo tan simple como una servilleta o un diario, cuando escribas las
cosas por las que estás agradecido cada día, va a cambiar tu visión del mundo a
tu alrededor, sólo un día a la vez.
Linda McLean
Linda McLean, es una
famosa autora y coach de vida certificada, cree en el poder de la gratitud y planificación.
Vive en Reno, Nevada, con su marido, dos hijas y su gran perro Palmer. Linda ha
lanzado recientemente su nuevo libro “Mi
diario de la gratitud - 7 Minutos Hoy te conducen a una vida abundante Mañana”.
Esto lleva a los lectores a través de un probado proceso diario de adoptar una "actitud de gratitud" para
producir grandes resultados en la vida. Por favor no dude en visitar su sitio
web en www.McLeanInternational.com o ir
directamente a www.GratitudeJournal.net para ver el libro.
Publicada
originalmente en Internet en Insight Of The Day de Bob Proctor
Adaptación al
Español:
Graciela Sepúlveda y Andrés
Bermea
Here the English
version…
Gratitude Napkins
Frank’s Diner was once
an energized, thriving business, a favorite spot for locals and tourists alike
in the scenic New England town of York Beach Maine. But when the economy hit a
brick wall, Frank found it more and more difficult to hold onto his trademark,
cheerful smile.
One day, Frank caught a
glimpse in the mirror on the diner wall of a grumpy, scowling old man with
frown lines embedded deeply in the corners of his mouth. He didn’t recognize
the man as himself. Looking around his desolate diner, he knew that it wasn’t
just the economy that had driven his customers away – it was his pessimistic
attitude toward life. Frank had tried to remain optimistic but it seemed like
the hits just kept coming, like a NorEaster pummeling the coastline. He often
wondered what there was to look forward to each day.
His eyes met with a
booth in the back corner of the diner where a frail elderly woman ate breakfast
with a college age girl. Mrs. Sheridan and her caregiver Michelle had been
coming in for breakfast every day for a couple of years. Frank would nod and
force his face into a smile when they walked in the door each day. They were
his best customers after all. Mrs. Sheridan would conclude each meal by
scribbling something onto a diner napkin and placing the napkin in her purse
with a contented smile.
One sunny fall day,
even though the New England leaves painted a breathtaking landscape outside the
diner windows, Frank was oblivious to the beauty that surrounded him. He was
currently crouched under the counter, grumbling about how the dishwashers were
always leaving spots on the coffee mugs. A feeble voice above interrupted his
rant.
“Frank, I wonder if I could have a word with you.”
Frank nearly smashed
his head on the cash register as he jumped to his feet, looking at Mrs.
Sheridan in surprise. Michelle held onto the old woman tight, obviously
propping her up. All Frank could do was nod agreeably.
“I wanted to talk to you about these…”
She lifted her
trembling arm, pointing toward the frown lines on Frank’s face.
He opened his mouth to
say something, to explain, to defend himself… but realized he had nothing to
say, so Mrs. Sheridan continued.
“Young man, I learned a long time ago that life doesn’t always go your
way. Believe me, I have 90 plus years of my fair share of heartbreaks and
challenges that I could easily carry around with me as baggage. Instead, I
choose to carry these with me.”
She reached into her
purse and took out a stack of the napkins Frank had watched her scribble on
every day. She had written things like: autumn leaves, Michelle’s kindness,
seashells from the beach, the beautiful sunrise today, another delicious
breakfast at Frank’s Diner.
“Frank I would like to challenge you to do the same; to stop carrying
around your struggles and start carrying an attitude of gratitude instead.”
After Mrs. Sheridan
further described his daily “homework
assignment,” Frank didn’t have the heart to refuse her request.
At first he did it to
appease her. As she watched from her booth each day, Frank would dutifully take
a napkin from a dispenser on the counter, scribble something he was grateful
for on it and put it in his pocket. The process was mechanical in the
beginning, mindless instead of mindful. But each time Mrs. Sheridan smiled over
at him, wordlessly encouraging him to continue.
Frank barely noticed
when things began to change, when the words of gratitude he jotted down on the
napkin each morning began to sink into his thick, stubborn skull. The attitude
of gratitude he had inadvertently adopted through the sheer routine of it,
began to truly mean something. That was when Frank’s life began to change…
A little over a month
into his daily gratitude homework, Frank once again caught a glimpse of himself
in the diner mirror. The reflection in the mirror was of a glowing, joyful man
whom he hadn’t seen for years. This man looked forward to each new day with
hope and enthusiasm.
Still smiling almost
uncontrollably at the realization of how much life had changed, Frank surveyed
his now bustling business. Locals, staff, and tourists alike were cheerfully
enjoying the revitalized space. Even though Frank hadn’t made any physical
renovations, the diner somehow looked brighter to him. His eyes automatically
drifted to the corner, to share in the moment with Mrs. Sheridan. But for the
first time in a few days, the booth was empty. Frank’s heart sank…
A couple days later
Michelle arrived and placed a box on the counter in front of Frank with a
solemn smile, tears glistening in the young woman’s eyes.
“Mrs. Sheridan wanted you to have these.”
Looking at the floor so
she couldn’t see his own tearful eyes, Frank simply nodded his appreciation. He
felt an overwhelming wave of gratitude wash over him that such a special lady
had come into his life, and exactly when he needed her most.
By time the springtime
leaves were blooming, Frank’s Diner was more popular than ever in York Beach.
There was one new feature in particular that was a huge customer draw. When a
diner patron reached for a napkin from a dispenser, they also received a
message of gratitude printed on it. Each message was word for word from Mrs.
Sheridan’s collection; along with a few from Frank’s own personal stash.
Beneath the message was the question – “What
are you grateful for today?” with a blank line beneath. Frank would watch
from the counter as customers of all ages and from all walks of life eagerly
scribbled their answers on napkins, and almost always with a smile. Mrs.
Sheridan’s unwavering attitude of gratitude, it seemed, had transformed not
only his own life, but the lives of those around him as well.
What steps will YOU
take today and every day to adopt an attitude of gratitude in your life? Will
you make the choice to focus on your burdens or your blessings? It is so easy
to feel shortchanged when we focus on lack. But when we practice gratitude as a
daily habit, life has a way of transforming positively around us. Whether you
use something as simple as a napkin or a journal, when you write down the
things you are grateful for each day you’ll be changing your view of the world
around you, just one day at a time.
Linda McLean
Linda McLean, an
International Best Selling Author and Certified Business and Life Coach,
believes in the power of Gratitude and Planning. Living in Reno, Nevada with her husband, two
daughters and grand dog Palmer, Linda has recently launched her new book “My
Gratitude Journal – 7 Minutes Today Leads to an Abundant Life Tomorrow”. It
takes readers through a proven daily process of adopting an “attitude of gratitude” to produce big
results in life. Please feel free to visit her website at www.McLeanInternational.com or go
directly to www.GratitudeJournal.net
to view the book.
Originally published on
Insight Of The Day from Bob Proctor
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