domingo, 28 de mayo de 2017

Un Toque de Limón / A Touch of Lemon

Tenemos una historia que contarte…
We have a story to tell you...
(Please read this story below the Spanish version)


Un Toque de Limón

Cuando conocí al Sr. Jim Limón, yo era un estudiante de dieciséis años de primer año en la Houston’s Jackson Junior High y las posibilidades de terminar la secundaria eran escasas. Era un adolescente problemático y de actitud rebelde viviendo en un barrio que fomentó adolescentes con problemas.

El Sr. Limón enseñaba historia de América y estaba claro desde el primer día que en su clase no iba a  haber interrupciones. Rápidamente me di cuenta de que el Sr. Limón era muy diferente de los otros maestros que había conocido. No sólo era la disciplina, sino también que era un gran maestro. Él nunca se conformaría con mi nivel habitual de trabajo en el salón de clases. El Sr. Limón me empujó y aguijoneó y nunca toleró la mediocridad que se había convertido en mi estándar de vida.

Cuando nos entregaron las calificaciones del primer semestre, el Sr. Limón me llamó aparte y me preguntó que como era posible que fuera un estudiante de calificaciones B en su clase y de D y F en las otras clases.

Estaba listo para responderle su pregunta. Apasionadamente le conté sobre el divorcio de mis padres, las pandillas de mi barrio, las drogas, las peleas, y la policía - todos los males a los que había estado sujeto. El Sr. Limón escuchó pacientemente y cuando terminé me respondió: “Hay un problema con su lista Sr. Phillips, usted no está en ella”.

Entonces el Sr. Limón me explicó que la única persona responsable de mi situación era yo. Y la única persona con la capacidad de cambiar mi situación era yo, y que cuando yo personalmente aceptara esa responsabilidad podría hacer un cambio significativo en mi vida.

Él me convenció de que yo estaba fallando no porque yo fuera un fracasado, sino porque no estaba aceptando la responsabilidad por mis resultados en las otras clases. Sr. Limón fue el primer maestro que tuve que me hizo creer en mí mismo. Él me inspiró a ser un mejor estudiante y cambió mi vida.

Diez años después, hablé con él de nuevo.
Me estaba preparando para graduarme de la Chaminade University en Honolulu.

Me había tomado semanas de llamadas telefónicas para poder localizarlo, pero ya sabía lo que le tenía que decir. Cuando finalmente tuve al Sr. Limón al teléfono,
le expliqué lo que su franca honestidad había significado para mí, cómo finalmente me gradué de la escuela secundaria, y cómo era un orgulloso sargento en el Ejército. Le expliqué cómo me había casado con la mujer más hermosa y maravillosa de mis sueños y cómo teníamos una hermosa hija.

Más que nada quería que supiera que me iba a graduar con el máximo honor, el “magna cum laude” después de haber ido a estudiar cuatro horas cada noche, cuatro noches a la semana por tres años. Yo quería que supiera que nunca hubiera logrado ninguna de estas cosas si él no hubiera sido parte de mi vida.

Finalmente, le dije que había estado ahorrando dinero por dos años para poder invitarlo a él y a su esposa a venir a Hawaii a mi costa para ser parte de mi graduación. Nunca olvidaré su respuesta. El Sr. Limón dijo: “¿Quién dijo que habla?”

Yo era solo uno de los cientos de estudiantes a los que les cambió la vida y parecía genuinamente sorprendido del impacto que causó en ellos.

Tal vez ninguno de nosotros nos damos cuenta del impacto que tenemos en los demás ni otras personas tienen idea del impacto que tienen sobre nosotros. ¿Cuánto, entonces, debemos ser conscientes de nuestra influencia sobre los demás para asegurarnos de que sea la mejor? ¿Y cuánto más debemos decirle a los que han tenido un impacto positivo en nuestras vidas?

Rick Phillips

Rick Phillips es un orador y entrenador motivacional. Puedes visitar su sitio web en: www.rickphillips.com o si prefieres puedes escribirle tus comentarios a pssd@earthlink.net

Publicada originalmente en Internet en Insight Of The Day de Bob Proctor


Adaptación al Español: Graciela Sepúlveda y Andrés Bermea

Here the English version…


A Touch of Lemon

When I met Mr. Jim Lemon, I was a sixteen-year-old freshman at Houston's Jackson Junior High and the chances of my finishing high school were slim. I was a troubled teenager with an attitude, living in a neighborhood that fostered troubled teenagers.

Mr. Lemon taught American history and it was clear from the first day that his classroom was not going to be disrupted. It was apparent very quickly that Mr. Lemon was quite different from the other teachers I had known. Not only was he a disciplinarian, but also he was a great teacher. He would never settle for my usual standard of classroom work. Mr. Lemon pushed and prodded and never tolerated the mediocrity that had become my standard.

On the occasion of our first semester report cards, Mr. Lemon called me aside and asked how it was possible that I was a B student in his class and a D and F student in the rest of my classes.

I was ready for that question. I passionately told him about my divorced parents, the local gangs, the drugs, the fights, and the police - all the evils that I had been subjected to. Mr. Lemon listened patiently and when I was through he responded, "There's a problem with your list Mr. Phillips, you are not on it."

Then Mr. Lemon explained that the only person responsible for my situation was me. And the only person with the potential to change my situation was me, and that when I personally accepted that responsibility I could make a significant change in my life.

He convinced me that I was failing not because I was a failure, but because I was not accepting the responsibility for my results in those other classes. Mr. Lemon was the first teacher I had who made me believe in myself. He inspired me to become a better student and he changed my life.

Ten years later, I spoke to him again. I was preparing to graduate from Chaminade University in Honolulu.

It had taken weeks of telephone calls to find him but I knew what I had to say. When I finally did get Mr. Lemon on the telephone, I explained what his brutal honesty had meant to me, how I finally graduated from high school, and how I was a proud staff sergeant in the Army. I explained how I had married the most beautiful and wonderful woman of my dreams and how we had a beautiful a daughter.

Most of all I wanted him to know that I was about to graduate magna cum laude after going to school for four hours a night, four nights a week for three years. I wanted him to know that I could never have done any of these things if he had not been a part of my life.

Finally, I told him that I had been saving money for two years so that I could invite he and his wife to come to Hawaii at my expense to be part of my graduation. I'll never forget his response. Mr. Lemon said, "Who is this again?"

I was just one of hundreds of students whose life he changed and he seemed genuinely surprised of his impact.

Perhaps none of us realize the impact that we have on other people nor do other people have any idea how much of an impact they have on us. How much, then, should we be aware of our influence on others to make sure that it is for the best? And how much more should we tell those who have had a positive impact on our lives?

Rick Phillips

Rick Phillips is a motivational speaker and trainer. You can visit his website at: www.rickphillips.com or feel free to email your comments to pssd@earthlink.net

Originally published on Insight Of The Day from Bob Proctor

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