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Particularmente quiero agradecer a Graciela mi esposa por sus valiosas contribuciones semanales con las semblanzas de tantas personas inspiradoras y la adaptación de las historias dominicales.
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Andrés Bermea
Y como cada sábado, una semblanza, hoy te presentamos...
Compilado por Graciela Sepúlveda
Qué
triste es ver el sinnúmero de desgracias y destrozos, en todos los aspectos,
que dejan las guerras, cuántos niños sin padres, cuánto dolor y angustia, y
solo para que unos cuantos puedan tener poder, dinero o un pedazo más grande de
tierra, no tengo palabras, sin embargo, dentro de todas estas desgracias hay
muchos ángeles dispersos por el mundo que llevan luz y paz a esos lugares
olvidados, personas llenas de compasión y misericordia que a muchos otros les falta,
y precisamente, de uno de esos ángeles les quiero hablar hoy, una jovencita,
Maggie Doyne, que ha cambiado la vida de muchos huérfanos de la guerra en
Nepal…
Maggie Doyne nació en 1987 en Mendham
Borough, New Jersey, Estados Unidos, pasó su infancia con sus padres y dos
hermanas. Después de terminar la preparatoria en Nueva Jersey, Maggie decidió
tomarse un año sabático antes de ir a la universidad, pues ella quería aprender
fuera del salón de clases y descubrir el mundo, por eso decidió ir a la India
para trabajar para una organización que ayuda a refugiados de Nepal, que son personas
que huyeron de un conflicto interno de 10 años en la nación del Himalaya.
Esta experiencia cambió su vida para
siempre. Ahí conoció a una adolescente nepalí que había escapado del país seis
o siete años antes, y nunca regresó. Maggie decidió hacer un viaje a Nepal con
ella en el 2006, fue su primera visita a Nepal, y viajó por todo el país y
comenzó a entender la falta de medios de subsistencia y el desarrollo en la
zona y cómo estaba afectando a los niños. Después de la guerra civil había un
millón de huérfanos y Maggie quería hacer algo por ellos. Un día, caminando por
un río, Maggie se encontró con una niña de 6 años llamada Hima, que estaba
triturando piedras para venderlas y poder sostenerse, Maggie se conectó con
ella de inmediato, pues solo por la suerte de haber nacido en Estados Unidos
esa niña podría haber sido ella. Maggie llamó a sus padres para que le enviaran
todo el dinero que había ganado de niñera y otros empleos más. Con ese dinero,
que eran alrededor de $5,000 dlls, Maggie adoptó a Hima, pagó por su educación,
compró un terreno y pronto comenzó una organización benéfica llamada “BlinkNow” con una casa para niños
huérfanos y una escuela, “Kopila Valley
School and Children’s Home”, en Surkhet, Nepal.
Diez años más tarde, esta escuela tiene 370
niños. Hoy en día, Maggie es considerado un pionera de la educación y está
recibiendo premios de todo el mundo (y solo estudió hasta la preparatoria). Su
corta edad nunca fue un obstáculo, sino una oportunidad. "Empecé mi viaje Cuando tenía 18 años y esto me ayudó a mirarlo
con una mentalidad diferente. No era escéptica y no tenía miedo a los desafíos.
Además, sabía que no tenía todas las respuestas y las soluciones a los
problemas que enfrentaba, por eso no dudé en pedir ayuda. Por suerte, tuve
mentores y asesores que estaban listos para ayudar ", dice Maggie.
Maggie, ha adoptado cerca de 50 niños,
ellos no tenían nada, y ella, a pesar de su corta edad se siente como su mamá,
muchos de ellos llegaron desde muy pequeños y no recuerdan nada de su vida
anterior, por eso la llaman mamá, y cuando sus padres la visitan desde Estados
Unidos, a ellos los llaman abuela y abuelo.
Maggie cree que la mejor manera de empoderar
este país es educando a los niños, y una parte de esa educación es creando un
hogar para ellos, ya que no le gusta como son los orfanatos, aquí son y se
sienten parte de una familia. Eso es algo que nunca han experimentado. Maggie
sueña con crecer la escuela hasta la preparatoria y que sus niños lleguen a ser
buenos padres y madres, miembros de la sociedad y ciudadanos del mundo que lideren
a Nepal en el futuro.
Todo esto se oye muy bonito, pero para
lograr esto Maggie se enfrentó a muchos desafíos, por ejemplo, llegó a Nepal sin
saber cómo hablar nepalí, la comunicación era muy difícil, ahora habla el
idioma y todos los niños hablan inglés con fluidez. Por otra parte, la
educación de los niños no fue nada fácil. Ellos nunca habían experimentado amor
ni tenido instalaciones dignas donde vivir. La construcción de una relación con
ellos fue muy difícil, pero verlos crecer y convertirse en adolescentes
increíbles la hace sentirse muy orgullosa. Otro desafío que enfrentó fue en una
ocasión estando en un pueblo muy remoto lejos de cualquier médico se le infectó
un diente, se hinchó tanto que ni siquiera podía ver, entonces un hombre de la
localidad amablemente tomo un cincel y alicates y sacó el diente, ¡sin ningún analgésico! Otro aspecto que
fue muy difícil para Maggie fue que siendo tan joven estuviera lejos de su
familia, fue muy difícil para todos, sobre todo para sus papás que estaban muy
nerviosos y tristes de que perdiera su educación universitaria. Pero con el
tiempo llegaron a visitarla, conocieron a los niños y entendieron. Todo cambió
completamente. Ahora son un gran apoyo y están muy orgullosos de lo que está
haciendo y logrando.
Quiero platicarles un poquito más sobre la
escuela que Maggie fundó “Kopila Valley
School and Children’s Home”, esta escuela brinda a los niños de Maggie, casi
50, y a 320 niños más que acuden de los alrededores, muchos de ellos son los
primeros que reciben educación de toda la familia, alimentación y cuidados de
la salud, tiene 50 empleados nepalís, incluyendo maestros, un comité de
ancianos y un director y sub-director. También hay maestros que llegan del Reino
Unido y los Estados Unidos como voluntarios para la fundación de Maggie “Blinknow”. Maggie se ha preocupado
mucho por el nivel académico de su escuela donde las clases se imparten en
nepalí y en inglés y se hace mucho hincapié en el pensamiento crítico y
creativo, actualmente esta escuela está en primer lugar de logros académicos de
toda la región.
En el 2013 abrió el “Centro de la Mujer” con el objetivo de proporcionar una buena
capacitación laboral que cambie la vida y la educación de las mujeres en esa
comunidad. El centro se amplió en 2014 para incluir una tienda al por menor en
la ciudad, que cuenta con las graduadas del programa de formación y está
surtida con sus hermosos productos hechos a mano. Tienen también un centro de
asesoramiento y un programa de microcréditos, todo esto como parte de su misión
de reunir y potenciar a las mujeres a llevar una vida mejor.
Maggie fue honrada por Forbes como una de
las 30 emprendedoras sociales menores de 30, el Dalai Lama la nombró Héroe
Anónimo de la Compasión, y CNN la nombró la ganadora del premio Héroe CNN 2015,
por el cual recibió $100,000 dlls para su maravillosa obra, además de otros
$10,000 dlls por haber quedado entre los 10 finalistas.
Maggie y Ruby |
Actualmente, a sus 31 años, Maggie es mamá de 54 niños y
jóvenes, se casó y en febrero de este 2018 tuvo su primer bebé biológico, una
hermosa niña llamada Ruby.
Con los siete mayores de sus hijos ahora adultos, quienes ya
han hecho la transición a universidades, Maggie sabe que todas las etapas
pasan, y las recompensas de verlos crecer y tener éxito hacen que todas las
luchas que ha tenido que lidiar valgan la pena. Eso, dice ella, la impulsa a
"seguir y hacer más".
Sin duda Maggie Doyne es una mujer de éxito, pues ha logrado sacar de la miseria y de una vida sin sentido a muchos niños, ahora ellos tienen una mamá que los cuida, que ve por ellos y que lucha porque salgan adelante empoderándolos con educación y valores, esto y nada más es lo que puede hacer sentir la verdadera felicidad, el dar y darse a los demás.
Maggie tiene algunos consejos para los jóvenes a quienes les encantaría impactar al mundo: "No esperes hasta estar lo suficientemente viejo para cambiar el mundo. No esperes a retirarte, a tener dinero o a tener tu maestría. No se puede esperar. Tienes que comenzar ahora. Si yo hubiera esperado, mis hijos no tendrían la vida que tienen hoy”. Y no es necesario cambiar la vida de alguien al otro lado del mundo, aquí, en nuestro entorno, podemos hacer la diferencia.
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