Compilado por Graciela Sepúlveda
Hace
unos días mi esposo me comentó que escuchó en el radio una entrevista que le
hicieron a un astronauta de la NASA de origen mexicano, José Hernández, y que
le pareció muy interesante, pues José recolectaba frutas y verduras en
California, allá en los Estados Unidos, así que me puse a investigar, y les
comparto la maravillosa historia de José y como logró su sueño de ser
astronauta…
Todo empezó en La Piedad, Michoacán. Hijo de
padres michoacanos y el menor de cuatro hermanos, José inició su vida con un
golpe de suerte, pues nacían conforme se podía, dos de sus hermanos nacieron en
diciembre, por lo que les tocó nacer en México, pero otro hermano y José
nacieron en plena temporada de cosechas y eso los llevó a nacer en Estados
Unidos, por eso dice que fue un golpe de suerte. José nació el 7 de agosto de
1962 en French Camp, California.
Desde pequeños, José y su familia se la
pasaban viajando cada año, en marzo, al sur de california y terminaban en
noviembre en el norte del mismo estado, cosechando fresas y pepino, y
regresaban en diciembre a México a pasar navidad con la familia. A pesar de las
carencias, los humildes padres de José siempre supieron cuál era el secreto
para que sus hijos fueran exitosos en la vida. Cuenta José que un día estaban
él y sus hermanos atrás en la camioneta, ya se iban a la casa después de un
domingo de trabajar en el campo, pues trabajaban los siete días de la semana, cuando
su padre los miró muy atento y les dijo: “¿Saben
qué veo en ustedes? El futuro”, respondió. A pesar de que estaban muy chiquitos José nunca va a olvidar lo
que dijo después: “Yo no los voy a
obligar a estudiar, sólo sepan una cosa: que si no lo hacen, así como andan de
mugrosos y cansados, será el futuro que les espera”. Desde ahí le empezó a
gustar y apreciar más la escuela.
Después de viajar por más de siete años, José
se encontró con Miss Jean, la profesora de segundo año que le ayudaría a él y a
sus hermanos a establecerse, pues les hizo ver a sus papás que la única forma
de que pudieran crecer personal y profesionalmente era estableciéndose en un
solo lugar, así que se quedaron al norte de California. Sin embargo la vida no
fue fácil, pues José tuvo que superar
insultos raciales y clasistas de niños que le decían "come tacos", pero más adelante se convertiría en presidente
del cuerpo estudiantil en la secundaria. Ese fue el primero de una serie de
puestos por elección que aceptaría en su vida y en su carrera profesional.
José y su papá |
Su deseo de ser astronauta le llegó cuando
tenía nueve años de edad. “Era la época
de Apollo 17, y vi por televisión que caminaban por la superficie de la luna,
ahí supe que yo también quería ir al espacio”, recuerda. Después de eso, un
día se encontraba cosechando verdura en Stockton,
California, y escuchó por radio que Franklin Chang-Díaz, de origen
costarricense, había sido seleccionado para el programa de astronautas de la
NASA y que sería el primer latino en el espacio. Esto lo impulsó aún más a
perseguir su sueño. Y cómo suceden las cosas, el mismo Franklin Chang-Díaz que
tanto inspiró a José, fue uno de los que lo entrevistaron en su intento de
ingresar a la NASA.
Cuando le dijo a su padre que quería ser
astronauta, él le contestó: “Usté mijo,
puede ser lo que quiera, sólo necesita una receta para hacerlo'":
1.- Define lo que quieres ser.
2.- Reconoce qué tan lejos estás de tu meta.
3.- Crea un mapa de adónde quieres llegar.
4.- Estudia, prepárate para alcanzar tu
objetivo.
5.- Entrega más de lo que te piden.
Que sabio el papá de José, y que gusto que lo
dejó hacer de su vida lo que más quería, aunque implicara que ya no lo iba a
ayudar en las cosechas tanto como antes.
Después de terminar la preparatoria en
Stockton, California, José se inscribió en la Universidad del Pacífico de
Stockton, en donde obtuvo un título en ingeniería eléctrica y una beca completa
para el programa de graduados de la Universidad de California en Santa Bárbara,
donde continuó sus estudios de ingeniería obteniendo una maestría.
En 1987, aceptó un empleo de tiempo completo
en el Laboratorio Nacional Lawrence
Livermore, en donde trabajó como ayudante en el College, ahí trabajó en el
campo de la medicina física y co-desarrolló el primer sistema de mamografía
digital de campo completo; el sistema resultó útil para detectar cáncer de mama
en etapas más tempranas que otras técnicas mamográficas. José ganó premios de
reconocimiento por su trabajo en ese proyecto.
Más adelante inició su proceso de solicitud
para convertirse en astronauta, una verdadera lección de paciencia y
perseverancia, pues once veces fue rechazado. “Al sexto intento estaba tan enojado que me pregunté: ‘¿Qué tienen
ellos que no tenga yo’” comenta José. Después de analizarlo, descubrió que
los candidatos que eran aceptados eran buzos y pilotos certificados. Así que
José empezó a tomar cursos de buceo y aviación en sus ratos libres. Aún así,
fue rechazado.
Decepcionado, tomó un empleo como técnico del
gobierno federal de Estados Unidos para verificar la eliminación de material
nuclear en Rusia. “Era pesado, en un
lugar remoto y en pleno invierno”, explica. “No tenía nada que ver con el espacio, pero me haría sobresalir de la
competencia”, dice. Gracias a eso, en 1998 recibió la respuesta que había
esperado por años. Era uno de los 100 finalistas para ser astronauta de la
NASA.
Sin embargo, no pasó el siguiente filtro. Dos
años después, por onceava ocasión, volvió a postularse. De nuevo fue rechazado,
aunque algo fue distinto. Uno de los reclutadores de la NASA le dijo: “Nos gusta tu perfil, pero no te conocemos,
¿por qué no te vienes a trabajar con nosotros como ingeniero?” Hernández
aceptó, pese a que el salario era 20% menor al del trabajo que tenía en ese
entonces. Ese empleo le permitió mostrar su potencial y logró su cometido: ser
astronauta de la nasa, en 2004.
“La
perseverancia es efectiva cuando va acompañada de auto conocimiento, enfoque,
capacidad para reponerse al fracaso y actitud positiva” “Yo era perseverante,
pero no de forma efectiva”, admite José. “Eso llegó con la experiencia”.
En agosto del 2009 logró el sueño de su vida
al volar al espacio como ingeniero del transbordador espacial Discovery
STS-128. Y por fin logró ver la tierra tal como siempre había querido y sobre
esto dice: “Arriba no se ven fronteras,
se ve todo el mundo. Siempre les digo a los estudiantes que tuve que llegar al
espacio para llegar a la conclusión de que aquí abajo somos uno. Las fronteras
son hechas por humanos y realmente somos uno".
En esa ocasión, el Discovery realizó 217
órbitas de la Tierra, voló más de 5,7 millones de millas en 332 horas y 53
minutos y volvió a aterrizar en la Base Aérea Edwards, en California.
José continuó trabajando en la NASA hasta el
2011, el último puesto fue en la oficina de asuntos legislativos e
intergubernamentales en el cuartel general de la agencia en Washington, un
puesto que le permitió estar en contacto con miembros del Congreso para asesorarlos
en temas tecnológicos. Fue ahí donde comenzó a barajar la posibilidad de
dedicarse a la política. Tras abandonar la NASA, en febrero de ese año se
incorporó a la empresa de tecnología MEI Technologies, Inc. (MEIT), desde la que
ha seguido vinculado a la aeronáutica.
José Hernández escribió su autobiografía "Alcanzando las estrellas" ("Reaching For The Stars" en
inglés), publicada en ambos idiomas, la cual es una historia de esfuerzo,
dedicación, persistencia y esperanza escrita con la intención de inspirar. Y
precisamente así se llama su fundación: Fundación "José Hernández: Alcanzando Las Estrellas” en la cual ayuda a
jóvenes igual que él, nacidos en Estados Unidos pero con costumbres mexicanas
que hablan español, y que a pesar de vivir allá, sufren discriminación y se
enfrentan a barreras o situaciones económicas que les impiden continuar sus
estudios. La preparación universitaria en Estados Unidos es muy cara, entonces
la fundación trata de ayudar a esos jóvenes a través de becas, talleres,
academias de verano, entre otras cosas.
En el 2006 José Hernández recibió un
doctorado honorario por parte de la Universidad del Pacífico.
Que
inspiradora la historia del Dr. José Hernández, pues nos deja la enseñanza de
que todo es posible, no importa que tantas barreras, tantos obstáculos y tantos
retos puedan aparecer, que realmente el estudio es la solución para una mejor
vida, pero también tener el compromiso de trabajar duro y sobre todo ser
perseverante, que no tengamos miedo de tener grandes sueños, tal vez no los
logres en un día, ni en un año, o en cinco años, pero poco a poco, caminando
hacia adelante, sin rendirte, lo más seguro es que lo conseguirás.
José Hernández con el Presidente Barack Obama |
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