Compilado
por Graciela Sepúlveda
Hoy
les compartimos la semblanza de una gran mujer, a quien el dolor por la pérdida
de su hijo y de un bebé cuya madre no tuvo los recursos para que su hijito
viviera, la hicieron dar un giro de 180 grados en su vida y buscar una solución
a tanta mortalidad infantil en Cartagena, Colombia, muchas veces las grandes
tragedias sacan lo mejor de nosotros, aquí les presentamos a Catalina Escobar…
Catalina Escobar nació en Bogotá, Colombia. Siendo aún
todavía muy pequeña, Catalina traía niños de la calle y les festejaba los
cumpleaños en el garaje de su casa. Les hacía sombreros con papel periódico y
recolectaba las sorpresas que le daban en sus fiestas y se las entregaba.
Siempre ha tenido una profunda necesidad de impedir la injusticia.
Catalina es graduada de Administración de Empresas de la Clark University en Estados Unidos en
1993. También cursó estudios en Europa y Japón (Kansai Gaidai University-Osaka) además de un Master en Bussiness Administration en el INALDE de Colombia. Se desempeñó por varios años en el sector
financiero con gran éxito.
Cuando tenía 30 años se fue a vivir a Cartagena con su
marido y sus dos hijos chiquitos. De inmediato la conmovió la pobreza de la
ciudad y se propuso ayudar. Un día fue a dejar la ropa que ya no les quedaba a
sus hijos a la Clínica de Maternidad
Rafael Calvo, un hospital materno neonatal que atiende la mitad de los
partos de la ciudad. Cuando conoció el hospital se aterró de su pobreza y se
ofreció para ayudar, entonces comenzó a ir dos veces por semana. Tenían 2
incubadoras y 45 cunas con dos bebes durmiendo en cada cuna. Catalina comenzó a
trabajar como una mano materna, cargando bebés, cambiándolos, observando y
leyendo las historias clínicas.
Cuando su hijito Juan Felipe tenía un año y 4 meses su
marido le dijo que debían volver a Bogotá. Entonces Catalina fue al hospital a
despedirse y acomodó entre sus brazos a un bebé de 12 días de nacido que había
llegado al hospital muy enfermo. Acababan de reanimarlo pero el bebé ya estaba
muy grave pues su mamá no había conseguido los 60,000 pesos colombianos (30
dólares) que necesitaba para atender a su bebé. La criatura se murió en los
brazos de Catalina y ella debió decirle a la mamá que su hijo había muerto. Lo
único que la mujer decía era: “No alcancé
a conseguir los recursos. No alcancé a conseguir los recursos”. Todavía con
el bebé sin nombre en sus brazos, Catalina se dio cuenta que en ese momento
ella tenía exactamente 60,000 pesos (30 dólares) pesos en su bolsa.
Cuatro días más tarde, el viernes 20 de octubre del año
2000, Catalina acababa de salir de su casa. La gente que le preparaba la
mudanza dejó unas cajas junto al balcón donde vivían en el octavo piso, Juan
Felipe, que aún no tenía año y medio, salió a la terraza, trepó por encima de
las cajas y cayó al vacío. Juan Felipe murió debido a una contusión cerebral
que le causó una hemorragia interna.
--Me quedo --le
anunció a Guillo Gómez junior, su marido--. Aquí
hay que hacer algo. Esto es un aviso de Dios dijo Catalina "No quería
que ninguna madre sintiera el mismo dolor, así que actué".
--Nos quedamos
--le contestó él.
Catalina renunció a su trabajo con una empresa americana
de comercio. Vendió sus acciones de la misma empresa, recogió el dinero y se lo
entregó a su marido diciéndole que ese sería el último aporte económico que le
haría a su familia y se dedicaría por completo a la filantropía. En ese momento
se llevaba a cabo el Desarrollo del
Milenio, en el que los países pertenecientes a la ONU se reunieron para marcar
ocho objetivos que deberán cumplirse para el final de 2015. Catalina se
concentró en Mortalidad Infantil y Embarazo en Adolescentes. Comenzó a estudiar
las cifras en Cartagena y notó que tenía la mortalidad más alta de todo el
país, 69.7 muertes por 1,000 nacimientos, (en Estados Unidos es 6 por 1,000
nacimientos) y que doblaba la media nacional. Viajó entonces al Hospital de
Anaheim, en California, que tiene la tasa más baja de mortalidad infantil en
todo el hemisferio y comprendió que su éxito se basaba en tres cosas:
Protocolos, equipos médicos y staff. Cogió esta ecuación y se la llevó para
aplicarla en Cartagena.
Catalina inició la
Fundación Juan Felipe Gómez Escobar, en honor de su hijo fallecido, que
comenzó a funcionar en el año 2002. Ella asegura que los primeros 7 años de la
operación fueron críticos, nadie daba un peso por ella. “Es que yo tampoco creería en una loca a la que se le acaba de morir un
hijo” dice. Le preguntó entonces a su papá qué amigos suyos, presidentes de
compañías, le debían favores, y así empezó. Catalina decidió que ninguna mujer
podía perder a su hijo por no tener dinero, cualquiera que fuera la suma. En
los seis primeros años bajaron la mortalidad infantil de Cartagena en un 80%. y
han salvado las vidas de 3,282 bebés. “Ya
me creen, ¡hace 10 años no me creían!” Catalina atiende partos de madres
adolescentes, entra a las cirugías, opina como si fuera médico y regaña. “¡Es que estas niñas son bebés cargando
bebés!”, pues se presentan embarazos desde los 12 años.
La atención a las madres es otro de los ejes
fundamentales en los que se cimienta la Fundación
Juan Felipe Gómez Escobar, "su
segunda línea de actuación". "Cuando
una joven queda embarazada pasa a ser considerada como basura de la sociedad.
Nosotros les ayudamos a transformarse en motor de desarrollo", comenta
Catalina. En esa línea, los más de 70 profesionales que trabajan en la
fundación se encargan de "rescatar"
de las calles a las adolescentes embarazadas y proporcionarles atención.
Reclutamos niñas para nuestro programa con el fin de ayudar
a romper este ciclo de pobreza. Es exigente y no es fácil de conseguir ingresar.
Las niñas deben estar embarazadas por primera vez, tener no más de 19 años,
vivir en pobreza extrema, y saber leer y escribir. Les hacen un largo examen
psicológico, porque sólo quieren niñas que sean lo suficientemente fuerte como
para no abandonar los estudios. Ellas van a la fundación diariamente para el
cuidado de su niño, darles habilidades para la vida, atención médica, educación
y capacitación para el trabajo, sus bebés tienen asegurados 5 años de atención
médica de todo a todo.
"Todo
el proceso con ellas dura entre dos y cuatro años, hasta que puedan labrarse un
futuro por sí mismas. Entran de una manera y salen necesariamente de
otra", aclaró Catalina.
Para la empresaria colombiana, "en una sociedad machista como la de Cartagena es mucho más
efectivo empoderar a una mujer que cambiar la mentalidad masculina".
"Al
no tener acceso a la educación se les excluye socialmente y dedican su vida a tener
hijos. En el momento en el que son conscientes de lo que valen y de que pueden
hacer cosas por sí mismas se produce el cambio y no hay vuelta atrás",
subrayó.
Bajo esas premisas, la Fundación ha conseguido que desde
sus comienzos, el 92 por ciento de las jóvenes que han atendido "ahora mismo están estudiando o
trabajando".
Las jovencitas pueden terminar preparatoria ahí mismo,
tomar clases de computación o aprender algún oficio como costura, belleza,
cocina, o hacer joyería. Las adolescentes también fabrican y venden productos
en la panadería del centro, lo que ayuda a financiar el programa, y la
fundación ofrece microcréditos para ayudarlas a iniciar sus propios negocios.
También les ayudan a las mamás a encontrar trabajo o les proveen becas que les
permiten continuar su educación. Las jóvenes regresan al centro cada semana
para que el equipo de Catalina pueda dar seguimiento a su progreso y asistirlas
con cualquier problema. En dos a cuatro años Catalina espera que sus niñas sean
proveedoras de sus familias y se encaminen a una mejor vida. Dos terceras
partes que completan el programa han encontrado trabajo. Catalina cree que el
cambio en la actitud es lo que ayuda a estas jóvenes madres a tener éxito a
largo plazo. Para ella, cada niña que ayuda es una causa para celebrar.
Catalina dice que su Fundación es igual a una empresa
privada. “Yo soy una emprendedora social.
Las fundaciones que trabajan con pobres piensan como pobres, y ese es un
problema contra el cual yo peleo constantemente. Si tú a los pobres les
entregas pobreza, se te devuelve la miseria. Pero si tú a los pobres les das lo
mejor de tu talento, les entregas dignidad, reglas de juego claras y los
respetas, se te revierte positivamente y se te multiplica”.
Catalina sostiene que a la pobreza no se la debe mirar
desde arriba, se debe mirar de frente. En la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar, a diferencia de otras
fundaciones, no pobretean la pobreza,
al contrario, la dignifican.
En septiembre de 2011, la Fundación inauguró en Cartagena
su nueva sede, El Complejo Social, un
macro proyecto que permitió ampliar la capacidad instalada, la calidad de los
servicios y el impacto generado en la ciudad. Este proyecto tiene 12,000 m2
entre aulas, cafetería, oficinas administrativas, talleres productivos, CIDI
(Centro Integral de Desarrollo Infantil), centro médico, zonas verdes y
estacionamientos.
Catalina Escobar ha recibido diferentes reconocimientos
por su destacada labor en el sector social. En su país fue reconocida como una
de los 100 líderes más importantes de la sociedad, y por haber quedado entre
las 10 finalistas, de entre 45,000, del concurso Héroe del 2012, del canal CNN,
la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar se ganó 50,000 dólares.
El 29 de agosto del 2013, Catalina Escobar fue premiada
como una de las Mejores Líderes de Colombia, en la ceremonia de premiación
comentó que su modelo se replicará en Medellín, Colombia, en Panamá y en Chile.
En mayo de este año 2015, Catalina ganó el premio
“Emprededora Social del 2015” por el Foro Económico Mudial y la Fundación
Schwab, premio que recibió en la Riviera Maya frente a 1,500 líderes de
opinión, empresarios y gobernantes.
"Soy
una apasionada de la fundación porque estamos viendo progreso.... Estamos
cambiando la vida de estas chicas", dijo Catalina. "Me despierto cada mañana pensando:
¿Qué más puedo hacer para ayudarlas?"
Catalina
Escobar, es una mujer de éxito, pues vive plenamente su vocación, encontró el
sentido y propósito de su vida, y que gracias a su Fundación ha logrado romper
los ciclos de pobreza a partir de la transformación social y del interior de
las personas, que hasta la fecha ha salvado 3,282 niños de la muerte por falta
de recursos, y que ha ayudado a más de 2,000, jovencitas embarazadas que vivían
en condiciones infrahumanas, ella les dio dignidad, les dio atención y cariño y
con todo eso ha transformado y seguirá transformando la sociedad colombiana y
muchas sociedades más donde se replique su modelo. Una mujer que pasó de ser
exitosa a nivel comercial, a ser mucho más exitosa a nivel humano y de servicio
a los demás, lo que le ha
dado una felicidad y realización que nunca había imaginado. Bien por
ella y por todos los que la ayudan con este maravilloso proyecto de vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario