Le Van Vu
Compilado por Graciela Sepúlveda
Leyendo el libro
“Chocolate caliente para el alma” escrito por Jack Canfield, encontré la
historia de este hombre, Le Van Vu, que nos muestra claramente que el éxito se
logra estando dispuestos a pagar el precio por él, y no una, sino todas las
veces que sea necesario, les comparto la semblanza de Le Van Bu…
Nacido en una familia acomodada, Le Van Vu tenía todo la
vida resuelta, pues su padre era dueño de casi un tercio de las tierras de
Vietnam del Norte, así como negocios de bienes raíces y grandes empresas
industriales, sin embargo, mientras Le todavía era un adolescente, su padre fue
brutalmente asesinado y todas las riquezas que pensaba que tenía, cambiaron de
manos. Sin nadie a quien recurrir, se trasladó a Vietnam del Sur con su madre,
ahí pudo continuar sus estudios hasta recibirse de abogado. Después de su
graduación, comenzó a invertir en bienes raíces, ahí mismo, en Vietnam del Sur,
construyendo edificios para proporcionarle vivienda a los estadounidenses durante
la guerra, pronto se convirtió en uno de los constructores más importantes del
país y se hizo rico de nuevo.
En uno de sus viajes de negocios, cuando se encontraba en Vietnam
del Norte, Le fue capturado y encarcelado por ayudar a los americanos. Sin
embargo, después de tres años, pudo escapar. Cuando regresó a Vietnam del Sur,
fue nuevamente capturado y puesto en la cárcel, acusándolo de ser espía de
Vietnam del Norte. Después de cumplir su condena, se encontró nuevamente sin
recursos, pero reconstruyó su imperio nuevamente de manera estratégica. Cuando los estadounidenses abandonaban Vietnam
del Sur, después de la guerra, negoció todo lo que le quedaba de su fortuna con
ellos por dos pasajes a Filipinas, uno para él y otro para su esposa, al llegar
fueron alojados en un campo de refugiados. Poco después, con perseverancia y
tesón, fue capaz de concertar una cita y convencer al presidente de ese país
para que pusiera a su disposición un barco para pescar y así volver a la
actividad. Dos años más tarde ya había desarrollado con éxito la industria
pesquera de Filipinas. Sin embargo todavía tenía un sueño, viajar a Estados
Unidos. Compró dos pasajes para viajar en barco. Durante el viaje, Le se sintió
deprimido y angustiado de tener que empezar de nuevo desde cero en este país,
un día su esposa lo encontró en el barandal del barco, a punto de saltar, y le
dijo: “Le, si saltas ¿Qué va a ser de mí?
Hemos estado juntos tanto tiempo y pasado tantas cosas. Podemos hacer esto
juntos”. Era el estímulo que Le necesitaba.
Cuando él y su esposa llegaron a Houston en 1972 estaban
quebrados y no hablaban nada de inglés. En Vietnam es una tradición que la
familia cuida a la familia, así que Le y su mujer fueron alojados en el cuarto
trasero de una panadería de su primo en el mall de Greenspoint y les ofreció trabajo a él y su esposa. Le ganaba 175
dólares a la semana y su esposa 125, al año ganaban 15,600 dólares, y además su
primo les ofreció venderles la panadería si lograban juntar 30,000 dólares, el
resto se financiaría con una hipoteca de 90,000 dólares. ¿Y saben lo que hizo esta pareja? Aunque ganaban 300 dólares a la
semana decidieron seguir viviendo en la parte trasera de la panadería, se
mantenían limpios lavándose con esponja en los baños del mall, durante dos años
su dieta consintió prácticamente de productos de la panadería. Cada año,
durante dos años, vivieron con un total de seiscientos dólares y ahorraron los
treinta mil para el anticipo. Todo lo anterior lo basó Le en un razonamiento
que es el siguiente, Le decía: “Si
buscamos un departamento, cosa que podríamos hacer con nuestros ingresos,
tendríamos que pagar renta. Después, por supuesto, tendríamos que comprar
muebles. Después necesitaríamos transporte para ir al trabajo, o sea, que eso
implicaría comprar un auto. Después tendríamos que gastar en gasolina para el
auto y en un seguro. Después probablemente querríamos ir a conocer lugares en
el auto, o sea, que tendríamos que comprar ropa y accesorios. De modo que, era
evidente que si teníamos el departamento nunca reuniríamos los treinta mil
dólares”.
Después de dos años, compraron la panadería con el anticipo
de los treinta mil dólares, y Le platicó con su esposa, pues todavía le debían
al primo noventa mil dólares, y aunque habían sido muy difíciles los dos años
anteriores, decidieron seguir viviendo igual por un año más. Y ese grandioso
esfuerzo dio frutos, ya que en un año Le Van Vu y su esposa, ahorrando cada
centavo de ganancia del negocio, cancelaron la hipoteca de noventa mil dólares,
y en apenas tres años, ya eran dueños de un negocio sumamente rentable y libre
de deudas. Después, y solo después, los Van Vu salieron a buscar su primer
departamento, siguen siendo muy ahorradores y siempre pagan sus compras al
contado. Nuevamente, al día de hoy, Le Van Vu ha logrado amasar una gran
fortuna (literalmente) y está asociada a M & M Panaderías - Ridgmar , Inc. donde
tiene la función de director.
Le Van Vu, un hombre
que estuvo dispuesto a pagar el precio para obtener el éxito, y no una, sino
varias veces, esto nos demuestra, que al igual que cuando jugamos ajedrez, hay que perder
algunas piezas para ganar el juego, y así es en todo lo que nos propongamos en
la vida, si queremos alcanzar nuestras metas, hay que pagar un precio, pero
ciertamente, y sin temor a equivocarme, vale la pena.