La Costurera de Khair
Khana
Compilado por Graciela Sepúlveda
Investigando que
semblanza compartirles hoy di con esta mujer, Kamila Sidiqi, quien nos
demuestra que si ella pudo alcanzar el éxito, nosotros también podemos, ella
logró salir adelante y sacar adelante a sus hermanos en un ambiente sumamente
hostil, de guerra y de miedo, pero lejos de amilanarse, sacó las agallas y
empezó a trabajar con lo que tenía a la mano, les platico la historia de
Kamila…
Kamila Sidiqi nació en Kabul, capital de Afganistán, su
infancia fue tranquila y justo cuando terminó su carrera de maestra, en el mes
de septiembre del año 1996, y mientras Kamila era una adolescente de 19 años,
los talibanes comenzaron a imponer su régimen en Kabul. Sus padres y hermano
mayor tuvieron que huir del hogar por problemas políticos y ella se hizo cargo
del hogar y de sus hermanos menores, 5 en total. No tenía medios económicos
como para enfrentar esta circunstancia y la situación era más grave aún por las
imposiciones que los talibanes empezaron a aplicar a las mujeres:
- No se les permitía trabajar fuera de su casa, y para salir de la misma debían ser acompañadas por un pariente de sexo masculino.
- No recibían educación después de los ocho años.
- No podían ser atendidas por médicos de sexo masculino si no eran acompañadas por un hombre, lo que llevó a que muchas enfermedades no fuesen tratadas.
- Se enfrentaron a la flagelación y ejecución pública en las calles por violaciones de las leyes de los talibanes.
A pesar de todo esto su espíritu emprendedor la llevó a
desafiar este infortunado destino. En lugar de sentirse víctima y ponerse a
pensar en que no había remedio para lo que estaba ocurriendo, estaba decidida a
mejorar las condiciones de su familia y su comunidad. Armada sólo con agallas y
determinación, cogió una aguja e hilo y empezó a confeccionar ropa.
Ya con la ropa hecha, ahora tenía que llevarla a las tiendas
para que se la compraran, pero no podía salir sola, debía hacerlo con un
acompañante masculino, así que su hermano la acompañaba para visitar tiendas de
ropa y poder ofrecer sus productos. La primera visita fue todo un caso, pues
iban por una calle principal y se encontraron un retén de talibanes que no los
iban a dejar pasar, así que ella y su hermano rodearon por calles secundarias,
hasta que llegaron a la tienda que tenían planeada, el tendero quedó tan
complacido con el trabajo, que le pidió más, y además le pidió que le hiciera
trajes sastre, Kamila no tenía idea de cómo se hacían, pero enseguida dijo: “Sí, sí, estaremos encantados de hacerlos
para usted”, él fue la primera señal de esperanza que había tenido en
meses.
Sus hermanas menores se unieron al taller para ayudarle a
cumplir con los pedidos y cuando el negocio comenzó a crecer, se unieron también
niñas y mujeres del barrio que necesitaban desesperadamente trabajar.
Paralelamente desarrollaba cursos de capacitación, control de calidad y un
calendario de actividades estricto con el propósito de que no llamara la
atención de los talibanes el gran movimiento de gente que había en su
hogar. El taller había crecido de tal
manera que empleaba a más de 100 mujeres
del barrio, ahora ella era la esperanza para todas estas mujeres.
Su negocio creció tanto que le pidieron - sin saberlo -
hacer vestidos para una boda talibanes. Una mujer entró corriendo en la casa de
Kamila y dijo que necesitaba dos vestidos en 24 horas. Al darse cuenta de
cuántas mujeres estaban cociendo en la casa de Kamila, la mujer pidió mejor
seis vestidos.
Corrieron y corrieron,
tratando de que la novia, la madre y las hermanas quedaran bien ataviadas para esta boda, y luego, al final, una joven
que trabajaba con ellas llevó los vestidos hasta el coche y se dio cuenta de
que era la procesión de la boda, y no sólo se trataba de una procesión de una
boda, esta procesión estaba liderada por los talibanes para una boda de un talibán.
Desde el exterior, los años bajo el régimen talibán parecían
abrumadoramente opresivos para las mujeres. Pero las negociaciones dentro de
sus comunidades permitían que la vida siguiera su curso durante todo ese
tiempo. Muchas mujeres pudieron manejar las reglas durante la guerra civil para
obtener el permiso para mantener un pequeño negocio en marcha, o para que los
hombres de la familia vendieran las mercancías que hacían.
Y algunos miembros de los talibanes eran sólo miembros de la
comunidad que necesitaban ganarse la vida. Porque ellos también necesitaban
dinero, a sus hijas a veces las ponían a trabajar con Kamila como modistas.
El aislamiento del país - causado por el cierre de los
talibanes con bloqueos comerciales y de carreteras - creó una oportunidad única
en el mercado. Las mujeres hacían lo que
hacen las mujeres en la guerra... encuentran una manera de sacar adelante a su
familia.
Hoy, Kamila dirige una consultoría de negocios llamada “Kaweyan”, que enseña habilidades de
emprendimiento a las mujeres afganas de todo el país para ayudarlas a iniciar
sus propias empresas. Es su tercer negocio, y ella dice que se da cuenta de que
lo bien que le ha ido ha sido gracias a las dificultades que enfrentó y a las oportunidades
que descubrió por ella misma durante los años del Talibán.
La mayoría de las mujeres que trabajaban con Kamila durante
el régimen de los talibanes siguen trabajando hoy por su cuenta. Otras han obtenido títulos universitarios con
éxito.
La inspiradora historia de Kamila Sidiqi está plasmada en el
libro “The Dressmaker of Khair Khana” (La
Costurera de Khair Khana,) donde se muestra un Afganistán que nunca hemos
conocido, y donde se pone de manifiesto el poder de las mujeres por mantener
unidas a sus familias a pesar de la guerra, del poder político y del miedo.
Kamila Sidiqi, una
mujer de éxito que logro imponerse al miedo y a la hostilidad que la rodeaba,
empeñándose en salir adelante con trabajo, dedicación y agallas.
Condoleezza Rice felicita a Kamila Sidiqi |
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