Tenemos una historia que contarte…
We have a
story to tell...
(Please
read this story below the Spanish version)
El Amor de un Padre por el
Tesoro de la Familia
Hay muchos tipos de amor. El amor romántico, apasionado,
inmortalizado y a menudo fantaseado por poetas y novelistas; amor platónico entre
amigos, el amor a la humanidad predicada por los misioneros y ministros, el
amor a la patria, e incluso el amor a nuestro trabajo. He tenido la suerte de
haber experimentado todas estas formas, pero ninguna me ha impresionado más profunda,
duradera y totalmente que el amor
desinteresado que siento por mis hijos. Es por eso que "amo" esta parábola.
Una niña de 6 años de edad, la voy a llamar Sarah, derribó una vitrina que contenía un
jarrón muy preciado que perteneció a su bisabuela. A su mamá le encantaba ese
jarrón y se refería con frecuencia a él como el tesoro de la familia. El jarrón
cayó al suelo produciendo un fuerte golpe y rompiéndose en pedazos. Sarah,
conmocionada y asustada por lo que había hecho, gritó y comenzó a sollozar.
Su madre entró corriendo a la habitación temiendo lo peor.
Al ver el jarrón roto, el corazón le dio un vuelco. Entonces vio a Sarah sentada
en el piso lamentándose. "¡Lo
siento, mamá. Lo siento, mamá. Rompí el tesoro de la familia!"
Al ver la desesperación en el rostro de su hija, el corazón
de la madre se hundió aún más.
Se enfrentó a dos instintos poderosos y contradictorios -
uno hacia la ira y la culpa, y el otro hacia la compasión y el perdón, se sentó
junto a Sarah, la puso en su regazo, y besó sus lágrimas. "Cariño, cuando entré aquí, estaba aterrorizada de que algo malo
le hubiera pasado al tesoro más preciado de nuestra familia. Pero gracias a
Dios, estás bien. Sarah, tú eres el tesoro de la familia”.
La madre de Sarah convirtió lo que pudo haber sido un
incidente doloroso y una fuente permanente de culpabilidad en una fuente permanente
de afirmación y dignidad.
Me pregunto si yo hubiera tenido el aplomo para darme cuenta
de que en el instante después de un hecho angustiante yo pudiera elegir mi
reacción, y de que mi elección tendría un impacto permanente en alguien que
amo.
La reacción de la madre de Sarah fue nada menos que heroica
y se erige como un recordatorio de que, incluso frente a fuertes emociones,
tenemos opciones - y que realmente importan.
Recuerda, el carácter cuenta.
Michael Josephson
Adaptación al
Español:
Graciela Sepúlveda
y Andrés Bermea
Here the
English version…
A Parent’s
Love for the Family Treasure
There are
all kinds of love. The passionate romantic love immortalized and often
fantasized by poets and novelists; Platonic love among friends, the love of humanity
preached by missionaries and ministers, the love of country, and even the love
of our work. I’ve been fortunate to have experienced all of these forms but
none has impressed me more than the deep, enduring and totally unselfish love I
feel for my children. That’s why I “love” this parable.
A
6-year-old girl I’ll call Sarah knocked over a display case that contained a
much-cherished vase once owned by her great-grandmother. Her mom loved that
vase and frequently referred to it as the family treasure. The vase hit the
floor with a loud crash and shattered into pieces. Sarah, shocked and
frightened at what she’d done, screamed and began sobbing.
Her mom
came running into the room fearing the worst. Seeing the shattered vase, her
heart sank. Then she saw Sarah sitting on the floor wailing. “I’m sorry, Mommy. I’m sorry, Mommy. I broke
the family treasure!”
Seeing
despair on her daughter’s face, the mother’s heart plunged further.
Faced with
two powerful and conflicting instincts – one toward anger and blame, the other
toward compassion and forgiveness, she sat next to Sarah, pulled her on her
lap, and kissed her tears. “Sweetheart,
when I ran in here, I was terrified that something bad had happened to our
family’s most precious treasure. But thank God, you’re okay. Sarah, you are the
family treasure.”
Sarah’s mom
turned what could have been a painful incident and a lifelong source of guilt
into an enduring source of affirmation and worthiness.
I wonder if
I would have had the presence of mind to realize in the instant after an
upsetting event that I could choose my reaction and that my choice would have a
permanent impact on someone I love.
The
reaction of Sarah’s mom was nothing short of heroic and stands as a reminder
that, even in the face of powerful emotions, we do have choices — and they
really matter.
Remember,
character counts.
Michael
Josephson
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