Tenemos una historia que contarte…
We have a story to tell...
(Please read this story below the Spanish
version)
Un Tributo a un Panadero
"HUUP... UNO, HUUP… DOS, HUUP... TRES..." Esas melódicas órdenes sonaban igual a las de un duro sargento de la marina. Sin embargo, en realidad su nombre
era Tom Williams, era un funcionario de los Petroleros
de Houston (de la Liga Nacional de Fútbol) y un entrenador de clase mundial
de deportistas famosos - Earl Campbell, Darrell Green, Mike Singletary, Hakeem
Olajuwon - por nombrar sólo unos pocos.
Fuera de temporada, él operaba una tienda de
Kolache, galletas y delicias rellenas de carne.
Aproximadamente a 180 metros de esta tienda
Kolache está su famosa "Colina",
un terreno muy escarpado, que trajo a los pantanos. Tom entrenaba a sus atletas
en esa colina, corriendo arriba y abajo para aumentar su resistencia, o para ayudar
a reconstruir los músculos o ligamentos dañados después de una lesión o una cirugía.
En cuanto a mí, yo siempre había querido ser
un atleta profesional, pero pronto me di cuenta de que no era lo
suficientemente alto o rápido para convertirme en uno, así que centré mis sueños
en convertirme en un cirujano ortopédico, para ayudar a mis ídolos deportivos a
recuperarse de lesiones graves.
Ese sueño, sin embargo, se desvaneció durante
mi segundo año en la universidad, cuando fui herido gravemente, al ser una
víctima inocente durante un robo a una tienda de conveniencia. Recibí un
disparo en la parte posterior de la cabeza, y muy pocos pensaron que podría
sobrevivir. Sin embargo, muchos meses después, tras varias cirugías y largos
programas de rehabilitación en el hospital, conocí a Tom, el eterno optimista.
El primer día en que mi familia y yo nos encontramos
con Tom le “ladraba” órdenes a sus
atletas en la "Colina". Les
dijo a mis padres que sin duda podría ayudarme, pero que yo tendría que disciplinarme
a trabajar cuatro horas seguidas todos los días, incluyendo fines de semana.
Al principio, mis padres veían como Tom
trabajaba conmigo desde la parte de atrás de su tienda Kolache. Tom cubría las
mesas que se utilizan normalmente para amasar la masa, y ahora iba a "amasar" mis músculos,
masajear mi blando brazo derecho, y luchar junto conmigo para aprender a
caminar de nuevo.
Entonces, un día, Tom gritó: "Mike, vamos a ir a la ''Colina."
Yo estaba aterrado mientras iba cojeando hacia
el terreno, y mis padres estaban igualmente petrificados. La "Colina" era tan empinada que
pensé que incluso una cabra tendría dificultades para tratar de subir.
Al principio, Tom le pidió a dos fornidos atletas
que me levantaran tomándome debajo de los brazos y me "arrastraran" cuesta abajo. Cuando llegamos a la parte
inferior, uno de los atletas le gritó a Tom, "¿Qué quieres que hagamos ahora?" Tom respondió con calma
"arrástrenlo hacia arriba."
En ese momento, mi padre, que es un rabino de
profesión, le dijo a mi madre que pensaba que Tom me iba a matar y que deberían
alejarme de él tan pronto como fuera posible.
Mi padre, queriendo ser cortés, le agradeció
a Tom y le dijo que teníamos que regresar a casa. Pero Tom respondió: "No son más que las dos de la tarde, y
Mike tiene que estar aquí hasta las 5, y por cierto, mañana lo traen un poco
más temprano."
A pesar de que mi padre se empeñó en salir,
mi madre realmente sentía que si Tom podía ayudar a "atletas del millón de dólares” a que se recuperaran,
seguramente podría ayudar a su hijo.
Mi padre fue a su casa para nunca volver a la
tienda Kolache y le dijo a mi madre:
"Tom va a matar a Mike", y mi madre nunca le dio adelanto alguno
a mi padre sobre mi progreso con Tom al paso de los días.
Algunas semanas más tarde Un día, Tom llamó a
mi padre a su casa y le dijo: "Padre,
soy Tom Williams y ¡es necesario que venga rápido!" Diciendo eso, Tom
colgó el teléfono.
Mi padre pensó que yo estaba muerto o
gravemente herido, víctima de una grave lesión mientras descendía por la "Colina". Rápidamente corrió
hacia la tienda de Tom, saltó de su coche, y se dio cuenta de que muchas
personas se apiñaban cerca de la esquina de la "Colina". Con gran inquietud mi padre escudriñó en la "Colina" y me vio subir lentamente--
vivo. Cuando llegué a la cima de la "Colina"
rápidamente me di la vuelta como Tom me instruyó y volví a bajar hasta el
fondo, hasta el pantano. Las lágrimas brotaron de los ojos de mi padre cuando
Tom se acercó a él y le dijo: "Rabino,
usted puede dar grandes sermones, pero no practica lo que predica. Les dice a
todos que tengan fe, pero usted no tiene fe - fe en mí, fe en su hijo, y fe en Dios. Usted simplemente
dijo: 'me rindo', y se fue a casa.”
Mi padre reflexionó seriamente sobre lo que
Tom le había dicho y vio como poco a poco yo llegaba a la orilla de la "Colina" en mi viaje de
regreso. En ese momento, con lágrimas de alegría, mi padre y yo nos abrazamos.
Esa fue sólo una de las muchas lecciones que
aprendí de Tom en los siguientes años. A pesar de que todavía tengo muchas
discapacidades físicas como consecuencia de la herida de bala, la "Colina" me enseñó que incluso
lo imposible puede convertirse en posible.
Todos en la vida tienen su propia "Colina" para escalar, algunas
pequeñas, otras grandes. Ese día, Tom me enseñó la lección más importante de mi
vida: "Nunca rendirse, nunca darse por vencido."
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A pesar de que Tom era un entrenador de
atletas de clase mundial, aprendió que su verdadero amor era ayudar a las
personas "comunes", y poco
después de mi éxito en la "Colina"
Tom abrió un Centro de Rehabilitación, donde trabajó con pacientes con lesiones
de la médula espinal y con personas con accidentes cerebrovasculares. En los "viejos
tiempos", Tom usaba sólo una simple mesa en la parte posterior de su
tienda Kolache en la que preparaba sus
pasteles para ayudar a sus clientes. Ahora, tenía lo último, lo más moderno en
el Centro de Rehabilitación junto a su "Colina"
hecha por él mismo, para que Tom pudiera alentar a muchos más a desafiar a los
expertos.
Tom recibía transferidos de todo el país,
porque tenía una habilidad especial para hacer que los pacientes quisieran
sobresalir. Sus pacientes mejoraron y su centro fue un gran éxito.
Durante los siguientes años visitaba con
regularidad el Centro, no sólo para ejercitarme, sino algo más importante, para
trabajar con el "Maestro",
Tom.
Había desarrollado una fuerte conexión
emocional con Tom. Él había hecho que disfrutara nuevamente la vida, una vez
más, lo que muchos médicos y terapeutas afirmaron que ya no existía.
Sin embargo, más adelante Tom enfermó de
cáncer y falleció. El funeral fue enorme. Muchos de sus atletas estaban allí
para darle el último “adiós” y "las gracias".
Yo era un portador honorario del féretro porque su familia pensaba que nuestra
relación fue especial y única.
Después de que todos se fueron del cementerio,
me acerqué a la tumba de Tom a pronunciar una oración final y una declaración
de agradecimiento a ese hombre tan maravilloso que había sido parte de mi vida.
Al mirar a la inscripción en la lápida ésta decía:
Amado para siempre en los corazones de aquellos que él Tocó
Tom Williams
11 abril de 1927 - 11 junio de 1995
En ese momento me di cuenta de por qué
estábamos tan profundamente conectados: ¡el
11 de abril también es mi cumpleaños!
por Michael Jordan Segal, MSW (C) 2001
Michael Jordan Segal, que desafió todas las
probabilidades después de recibir un disparo en la cabeza, es esposo, padre,
trabajador social, y un escritor independiente (incluyendo un CD / con 12
historias, que se leen con música de fondo, titulado POSIBLE), orador y
motivador, comparte su receta para la felicidad, la recuperación y el éxito
ante congresos y negocios. Para ponerse en contacto con Mike o para ordenar su
CD, por favor visite www.InspirationByMike.com
y por favor tome un momento para ver su video:
Publicada
originalmente en Internet en Insight Of The Day de Bob Proctor
Adaptación
al Español:
Graciela
Sepúlveda y Andrés Bermea
Here the English version…
A Tribute To A Baker
"HUUP...ONE, HUUP...TWO, HUUP...THREE..." Those melodious orders sounded like the commands of a tough marine
drill sergeant. However, in reality the man's name was Tom Williams and he was
an executive with the Houston Oilers (of the National Football League) and a
world class trainer of famous athletes -- Earl Campbell, Darrell Green, Mike
Singletary, Hakeem Olajuwon -- to name but a few.
During the off season he operated a Kolache shop, baking cookies and meat
filled delights.
Approximately 200 yards from this Kolache shop was his famous "Hill", a very steep
embankment, which led to the bayou. Tom would have his athletes train on that
hill, running up and down to build stamina or to help rebuild muscles or
ligaments damaged after an injury or surgery.
As for me, I had always wanted to be a pro
athlete, but early on I realized that I was not quick enoughnor tall enough to
become one, so I focused my dreams on becoming an Orthopedic Surgeon, helping
my athletic idols to recover from devastating injuries.
That dream, however, was smashed during my
sophomore year in college when I was seriously injured as an innocent victim of
a convenience store robbery. I was shot in the back of the head, and very few
thought I would even survive. However, many months later, after several
surgeries and lengthy hospital rehabilitation programs, I met Tom, the eternal
optimist.
The first day my family and I encountered
Tom he was barking out orders for his athletes on the "Hill". He told my parents he could definitely help me,
but I would have to discipline myself to work four straight hours every single
day, including weekends.
At first, my parents would watch Tom work
with me in the back of his Kolache shop. Tom would cover the tables he would
normally use to knead his dough, and now would "knead" my muscles,
massage my limp right arm, and struggle with me as I learned to walk again.
Then, one day, Tom barked, "Mike, let's go to the 'Hill'."
I was scared as I limped toward the bayou,
and my parents were equally petrified. The "Hill"
was so steep that I thought even a Billy goat would have difficulty trying to
climb it.
Initially, Tom ordered two husky athletes
to lift me under my arms and "drag" me down the hill. When we got to
the bottom, one of the athletes screamed up to Tom, "What do you want us to do now?" Tom calmly replied, "Drag him back up."
At that point, my father, who by
profession is a rabbi, told my mother that he thought Tom was going to kill me
and they should get me away from him as soon as possible.
My father, wanting to be polite, thanked
Tom and stated that we had to go home. But Tom replied, "It's only 2 o'clock, and Mike is to be here until 5, and by the
way, bring him a little earlier tomorrow."
Even though my father was adamant about
leaving, my mother truly felt that if Tom could help "million dollar athletes" recover, he could surely help
her son.
My father went home, never returning to
the Kolache store because he told my mother, "Tom is going to kill Mike," and my mother never
volunteered any information to my father about my progress with Tom as the days
wore on.
One day, a number of weeks later, Tom
called my father at home and said, "Father,
this is Tom Williams and you need to get here fast!" With that, Tom
slammed the phone down.
My father thought I was dead or badly
injured, the victim of a severe injury while tumbling down that "Hill." He quickly sped toward
Tom's shop, jumped out of his car, and noticed many people huddled near the
corner of the "Hill." With
great trepidation my father peered over the "Hill"
and saw me slowly climbing the "Hill"
-- alive. When I reached the top of the "Hill"
I quickly turned around as Tom instructed me and went back down to the bottom,
to the bayou. Tears welled up in my father's eyes as Tom approached him and
said, "Rabbi, you might give great
sermons, but you don't practice what you preach. You tell everyone to have
faith, but you did not have faith -- faith in me, faith in your son, and faith
in God. You simply said, 'I give up,' and you went home."
My father pondered seriously as to what
Tom had just said and watched as I slowly reached the edge of the "Hill" on my return trip. At
that moment, with tears of great joy, my father and I fell into each other's
arms and embraced one another.
That was just one of the many lessons I
learned from Tom over the next few years. Even though I still have many
physical disabilities as a result of the gunshot wound, the "Hill" taught me that even the
impossible could become the possible.
Everyone in life has his own "Hill" to climb, some small,
some large. On that day Tom taught me the most important lesson of my life: "Never
give in; never give up."
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Even though Tom was a world class trainer
of athletes, he learned that his true love was helping "ordinary" people, and soon after my success on the "Hill" Tom opened a
Rehabilitation Center where he worked with spinal cord and head injured and
stroke patients. In the "old
days," Tom would use only a simple table in the back of his Kolache
shop on which he prepared his pastries to help his clients. Now, he had a state
of the art, modern Rehabilitation Center along with his own man-made "Hill" so Tom could encourage
many more to defy the experts.
Tom received referrals from all over the
country for he had a special ability to make patients want to excel. His
patients improved and his Center was a huge success.
For the next few years I would regularly
go to the Center, not only to exercise but more importantly to work out for the
"Master," Tom.
I had developed a strong emotional
connection with Tom. He had extended to me a lifeline to enjoy life once again
which many physicians and therapists stated no longer existed.
However, later Tom became extremely ill
with cancer and passed away. The funeral was huge. Many of his athletes were
there to say their last "good
byes" and "thank
yous." I was an honorary pallbearer because his family thought that
our relationship was a special and unique one.
After everyone left the cemetery I went up
to Tom's grave to utter my final prayer and statement of thankfulness that such
a wonderful man had been a part of my life. As I glanced at the inscription on
the tombstone I read:
Forever Loved In The Hearts Of Those He Touched
Tom Williams
April 11, 1927 -- June 11, 1995
At that very moment I realized why we were
so deeply connected: April 11 is also my birthday!
(c)2001 by Michael Jordan Segal, MSW
Michael Jordan Segal, who defied all odds
after being shot in the head, is a husband, father, social worker, freelance
author (including a CD/Download of 12 stories, read with light background
music, entitled POSSIBLE), and inspirational speaker, sharing his recipe for
happiness, recovery and success before conferences and businesses. To contact
Mike or to order his CD, please visit www.InspirationByMike.com
and please take
a moment to check out his youtube video:
Originally published on Insight Of The Dayfrom Bob Proctor
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