Tenemos una historia que
contarte…
We have a story to tell...
(Please read this
story below the Spanish version)
Metiendo y
sacando clavos
Cuando mi hija se
enfrentó con el hecho de que en realidad le había hecho daño a otra niña con un
comentario hiriente, ella lloró y de inmediato quiso disculparse. Eso era algo
bueno, pero yo quería que ella supiera que una disculpa no siempre puede mejorar
las cosas. Así que le conté la parábola de Will,
un niño de nueve años cuyo padre abandonó a su madre dos años antes. Will estaba enojado, y con frecuencia arremetía contra los demás con palabras
hirientes. Una vez le dijo a su madre: "¡Ya
veo por qué papá te dejó!"
Incapaz de lidiar con
sus arrebatos de crueldad, envió a Will pasar el verano con sus abuelos. La
estrategia de su abuelo para ayudarlo a aprender a auto controlarse era hacerlo
entrar en el garaje y meter un clavo de dos pulgadas de largo en un tablero de cuatro
por cuatro cada vez que dijera algo malo y desagradable. Para un niño pequeño era
una gran tarea, y no podía regresar hasta que el clavo estuviera totalmente adentro.
Después de unos diez viajes al garaje, Will comenzó a ser más prudente en sus
palabras. Con el tiempo, incluso se disculpó por todas las cosas rudas que
había dicho.
Fue entonces cuando la
abuela entró en acción. Le hizo que trajera el tablero lleno de clavos y le pidió
que los sacara todos. Esto era aún más difícil que clavarlos, pero después de
una gran lucha, lo consiguió.
Su abuela lo abrazó y
le dijo: "Agradezco tu disculpa y, por
supuesto, te perdono porque te amo, pero quiero que sepas que una disculpa es
como sacar uno de esos clavos. Mira el madero. Los agujeros están todavía allí.
La tabla nunca será la misma. Sé que tu padre dejó un hoyo en ti, pero por
favor no dejes agujeros en otras personas, tú eres mejor que eso”.
* Una maestra de
cuarto grado me dijo hace poco cómo cuenta esta historia a su clase en el
inicio del semestre y la utiliza durante todo el año. Cuando se encuentra con
un niño diciendo o haciendo algo malo o desagradable, le dice, "¿Pusiste un clavo en alguien?"
Entonces ella le pregunta: "¿Lo
sacaste?"
Ella dice que sus
alumnos siempre entienden de lo que ella está hablando y reconocen que lo que hicieron
estuvo mal, que no es siempre el caso si ella simplemente le pregunta al niño
que pasó (que por lo general da lugar a una cadena de culpar a todos los
demás).
La maestra insta a sus
alumnos a no utilizar el automático "Está
bien", después de una disculpa, porque por lo general lo que se hizo
no estaba bien y la persona que lo dice, con razón, no siente que todo está
bien. Ella le dice a su clase que digan "Acepto
tus disculpas" o "Te perdono" en su lugar.
La maestra también
utiliza la historia para ayudar a sus niños a entender los asuntos difíciles
con la familia fuera de la clase. Ella les dice que algunas personas nunca sacarán
los calvos que han golpeado en los niños, pero todo el mundo tiene el poder
para sacarlos de sí mismos y seguir adelante con su vida y no dejar que otros
los gobiernen.
Ella me dijo: "La historia es simple, pero el
mensaje es poderoso - especialmente cuando se refuerza con:" ¡Eres mejor
que eso! "
Recuerda, el carácter
cuenta.
Michael Josephson
Publicada
originalmente en Internet en Insight Of The Day de Bob Proctor
Adaptación al Español:
Graciela Sepúlveda y
Andrés Bermea
Here the English
version…
Pounding In and Pulling Out Nails
When my daughter was confronted with the
fact that she had really hurt another child with a mean comment, she cried and
immediately wanted to apologize. That was a good thing, but I wanted her to
know an apology can’t always make things better. So I told her the parable of
Will, a nine-year-old whose father abandoned his mom two years earlier. Will
was angry, and he often would lash out at others with hurtful words. He once
told his mom, “I see why dad left you!”
Unable to cope with his outbursts of cruelty,
she sent Will to spend the summer with his grandparents. His grandfather’s
strategy to help Will learn self-control was to make him go into the garage and
pound a two-inch-long nail into a four-by-four board every time he said a mean
and nasty thing. For a small boy, this was a major task, but he couldn’t return
until the nail was all the way in. After about ten trips to the garage, Will
began to be more cautious about his words. Eventually, he even apologized for
all the bad things he’d said.
That’s when his grandmother came in. She
made him bring in the board filled with nails and told him to pull them all
out. This was even harder than pounding them in, but after a huge struggle, he
did it.
His grandmother hugged him and said, “I appreciate your apology and, of course, I
forgive you because I love you, but I want you to know an apology is like
pulling out one of those nails. Look at the board. The holes are still there.
The board will never be the same. I know your dad put a hole in you, but please
don’t put holes in other people; you are better than that.”
*A fourth-grade teacher recently told me
how she tells this story to her class in the beginning of the semester and uses
it throughout the year. When she comes upon a child saying or doing a mean or
unkind thing, she will say, “Did you put
a nail in someone?” Then she’ll ask, “Did
you take it out?”
She says her students always know what
she’s talking about and recognize what they did was wrong, which isn’t always
the case if she simply asks the child what happened (that usually results in a
string of blaming everyone else).
She urges her students not to use the
automatic “That’s all right” after an
apology because usually what was done was not all right and the person saying
it, rightfully, doesn’t feel it was all right. She tells her class to say “I accept your apology” or “I forgive you” instead.
The teacher also uses the story to help her
kids understand difficult family matters outside of the classroom. She tells
them some people will never take out the nails they’ve pounded into the
children, but everyone has the power to pull them out themselves and get on
with their life rather than let others rule them.
She told me, “The story is simple, but the message is powerful – especially when
reinforced with: “You’re better than that!”
Remember, character counts.
Michael Josephson
Originally published on Insight Of The Day from Bob Proctor
Michael Josephson
(born December 10, 1942) is a former law professor and attorney who founded the
nonprofit Joseph and Edna Josephson Institute of Ethics located in Los Angeles , California ,
out of which he operates as a speaker and lecturer on the subject of ethics.
The institute is named after his parents.
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