Hace días curioseando en una librería me topé
con la revista para niños “Un mundo a mi tamaño” me despertó el interés y la
empecé a hojear, y me encontré con la biografía de una mujer africana que luchó
más de treinta años contra la deforestación de Kenya y contra el abuso de las
mujeres africanas y que además fue honrada con el premio Nobel de la Paz,
siendo la primer mujer africana en obtenerlo; aquí les comparto aspectos de su vida
que me llamaron poderosamente la atención…
Wangari Maathai la
mujer árbol
Compilado por Graciela Sepúlveda
Wangari Muta Maathai
nació el 1 de abril de 1940 en Nyeri, Kenia, cuando Kenia era una colonia
inglesa. Su familia se dedicaba a la agricultura así que aprendió de ellos el
respeto por la tierra y su abundancia, creció en el campo, donde podía estar
cerca de la naturaleza y disfrutarla. Aunque la educación para las niñas no era valorada,
al ver lo brillante que era Wangari, su hermano abogó por ella y así pudo
asistir a la escuela a los 7 años, donde fue muy dedicada, ella quería saber
todo, aprender todo y gracias a esta dedicación ganó una beca que la llevó a
estudiar la carrera a los Estados Unidos. Se graduó de Biología y después de
una maestría en Ciencias Biológicas, todo esto la preparó, sin ella saberlo,
para lo que venía, y hasta el comportamiento de los estadounidenses le dejó una
gran enseñanza, pues en la época en la que estudió le tocaron las
manifestaciones contra la guerra de Vietnam, y eso le enseñó que todos tenemos
el derecho de expresar nuestras creencias y de denunciar.
De regreso a Kenia fue
la primera mujer en dar clases en la universidad de Nairobi, después de obtener
ahí mismo un doctorado. Sin embargo, ella veía la gran desigualdad que había
hacia las mujeres y se empezó a involucrar en la política uniéndose al Consejo
Nacional de Mujeres de Kenia, una organización dedicada a mejorar la situación
de las mujeres africanas. En sus visitas a las zonas rurales descubrió que el
gobierno, con tal de ganar más, había inducido a los agricultores a cambiar los
cultivos de proveer para ellos mismos a servir para la exportación, como café y
té. Como resultado, grandes extensiones de tierras con bosques habían sido
taladas para dar lugar a una mayor producción agrícola comercial. Este cambio
tuvo un efecto terrible sobre la vida familiar rural, especialmente para las
mujeres. Ya no podían cultivar alimentos para sus hijos porque los nutrientes
en el suelo se agotaron, no tenían acceso a la leña, que era su principal
fuente de energía, la ganadería sufrió porque no había vegetación para pastar,
y los arroyos se secaron o se contaminaron por el escurrimiento del suelo, lo
que resultó en una falta de agua potable, total que fue un desastre este
cambio.
Y les cuento que Wangari pensó en cómo podrían enfrentar esa devastación, en
acciones concretas y viables, y finalmente encontró una solución y que
resultó tan simple como plantar árboles, ella decía: “Si plantamos árboles, tendrán leña, si plantamos árboles, tendrán que
comer”. Así que enseñó a las mujeres a plantar árboles, porque tiene su
chiste, y fundó “Green Belt Movement”
(Movimiento del Cinturón Verde) e inició como todo, poco a poco, con solo
un grupito de aldeanas recogiendo semillas y plantándolas, y de verdad que
paciencia, porque los frutos se iban a tardar en ver. Wangari
a pesar de la incredulidad que le rodeaba, tuvo en la perseverancia una de sus
mejores aliadas, porque creía realmente en lo que estaba haciendo. Descubrió
que los grandes problemas pueden a veces resolverse de manera práctica y
sencilla.
En un principio los funcionarios
del gobierno se rieron del programa, pero con el tiempo estos primeros grupos
de mujeres capacitaron a otros grupos y en los siguientes treinta años más de
treinta millones de árboles fueron plantados, ¡Sí, no te
equivocaste al leer! además seis mil viveros fueron creados y operados
por mujeres y surgió empleo para más de cien mil personas, todo esto gracias a
la idea y esfuerzo de Wangari por salvar de la desolación su amada Kenia. Y
otro gran cambio tuvo lugar, las mujeres comenzaron a tomar el control de su
futuro, ya que “Green Belt Movement” no
solo las enseñaba a plantar árboles, también creó programas destinados a
educarlas en áreas tales como la planificación familiar, la nutrición y el
desarrollo del liderazgo. El movimiento también creó una campaña de seguridad
alimentaria para reintroducir los cultivos originalmente sembrados en la región
y restablecer huertos de uso familiar.
A medida que el “Green Belt Movement” se expandía, Wangari se empezó a dar cuenta de
que el mayor culpable de la destrucción ambiental era el gobierno corrupto, y
así se convirtió en una firme defensora de la reforma política ambiental. Comenzó
a educar a los ciudadanos para que exigieran a los funcionarios públicos que
fueran responsables con el uso de los recursos naturales. Uno de sus primeros
enfrentamientos públicos fue en 1989
cuando Wangari abiertamente protestó por la construcción de un edificio de 60
pisos que destruiría el Parque Uhuru de Nairobi y sería utilizado para, entre
otras cosas, oficinas gubernamentales. Su campaña tuvo tanto éxito, con el
apoyo de muchos kenianos, que el edificio nunca se construyó, ella sola tal vez
no lo hubiera logrado, pero la unión hace la fuerza.
Años después defendió
el bosque Karura pues querían destruirlo para construir edificios de lujo, en
esta ocasión fue agredida brutalmente y enviada al hospital, sin embargo, el
mundo se dio cuenta de su lucha y se unieron a ella para apoyarla en su
proyecto. Finalmente el bosque se salvó. En el 2002 fue elegida diputada con el
98 % de los votos y el corrupto presidente Arap Moi fue vencido en las
elecciones. El nuevo presidene, Mwai Kibaki, la designó como la Ministra del
Medio Ambiente.
En el 2004 recibió el Premio Nobel de la Paz, siendo la primera
mujer africana en recibirlo; el comité del Nobel la elogió por tener "un enfoque global del desarrollo
sostenible que abarca la democracia, los derechos humanos y los derechos de la
mujer en particular" y por servir "como
fuente de inspiración para muchos en la lucha por los derechos
democráticos". Cuando le preguntaron que le gustaría hacer para
celebrar este acontecimiento, contestó: “Plantar
un árbol”.
Wangari Maathai murió el 25 de septiembre de
2011.
Fueron muchos los premios y reconocimientos que
recibió durante toda su vida, sin embargo, el legado que dejó de un mejor
planeta para los hombres, de una mejor calidad de vida para las mujeres
africanas, de que sus métodos se convirtieran en ejemplo para muchos otros
países, de enseñarnos que cuando algo está mal hay que denunciarlo, todo esto
vale mucho más que cualquier premio que pudiera haber recibido, todo esto la
convirtió en una mujer que alcanzó el éxito luchando por preservar lo que más
amaba, la naturaleza.
que linda vida o ejemplo de vida ,sera que se pde compartir
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